Desde 1887, el
Instituto Real de Meteorología de Bélgica anota cada segundo de sol que hay en el país del rey Felipe. De media, cada diciembre acumula 45 soleadas horas.
Hasta el día de Navidad de este año, los bruselenses tuvieron solo 4 horas y 54 minutos de sol. De hecho,
entre el 18 y el 25 de diciembre no hubo ni un minuto de luz solar. A las antípodas de las
84 horas del año pasado.
Según los datos del observatorio de Uccle (al sur de Bruselas) este
diciembre es el mes menos luminoso desde 1934 (el anterior récord con 9
horas de sol). Puede parecernos una locura, pero con 1546 horas de sol
al año,
Bruselas está muy lejos de los lugares del mundo con menos luz.
Medir el sol
O eso creemos.
No es sencillo saber cuántas horas de sol hay en un lugar y un día determinados. Para medir la insolación (o “sol eficaz”) se suele usar un aparato conocido como
heliógrafo de Campbell-Strokes.
Se trata de una bola de vidrio maciza de unos 10 centímetros que actúa
como lente concentrando los rayos del sol en un sensor (antes de papel,
ahora digital) que recoge la eficacia del sol. Es decir, la insolación
real que ha incidido en el heliógrafo.
No hay mucho heliógrafos en el mundo y eso hace que solo tengamos mediciones de buena calidad en ciudades grandes u
o
observatorios determinados. Es el caso de Tórshavn, la capital de las
islas Feroe. Entre 1961 y 1990 la temperatura media fue de 6,5 °C. con
un promedio anual de 40 días de niebla, 49 días de heladas y 44 días de
nieve. Es decir,
solo hay margen para 840 horas de sol al año.
El lugar perfecto para un vampiro
Aún así hay lugares donde aún hay menos luz solar.
Podríamos pensar en más allá de los círculos polares, pero no.
Múnsmark en Rusia o Barrow en Estados Unidos son un buen ejemplo.
Barrow, por ejemplo, es la ciudad más septentrional de EEUU y puede
llegar a pasar más de dos meses sin ver la luz de sol. Cosa que
compensan gracias al “sol de medianoche” y sus
eternas horas de luz.
Mi apuesta personal en esto de lugares con pocas horas de sol es Rjukan.
Este pequeño pueblo noruego está tan encajonado al fondo de un valle
de altísimas montañas que durante seis meses al año no dejan pasar la
luz del sol. Desde septiembre a marzo, esa pequeña ciudad 170 kilómetros
al oeste de Oslo vive en una penumbra permanente. O, mejor dicho,
vivía. En 2013, se instalaron tres espejos heliostáticos capaces de
moverse y reflejar la luz del sol mientras este surca el cielo.
Referencias
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